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miércoles, 21 de diciembre de 2011

Ritos Olvidados en Fiestas de Fin de Año

Aunque familiarmente se ha instituido el 8 de diciembre como fecha para armar el típico arbolito con sus adornos y luces, y hasta en familias de ateos, por simple decoración, el pesebre que representa el nacimiento de Jesús…

¡Tan temprano!, me dije, luego recaí en que los comercios ya se preparan para estimular y aumentar las ventas de todos esos productos, y llegarán en algunos sitios las canastas o cajas conteniendo regalos y comestibles: pan dulce, turrones, frutos secos, garrapiñadas, almendras confitadas, higos secos rellenos y bañados en chocolate, budines, dulces de todo tipo y forma, confituras y pasteles, y, por supuesto sidra, y puede que vinos y champagne…

En el hemisferio norte, en donde han nacido estas costumbres festivas y hábitos alimentarios está finalizando el otoño y comienza el invierno, son alimentos ideales para esas temperaturas, pero para el hemisferio sur son meramente innecesarios y hasta inadecuado tomarlos en las cantidades que se acostumbra por continuar con un rito o una costumbre familiar; lo ideal sería frutas y verduras frescas, carnes blancas y abundante pescado, pero se sigue insistiendo en mantener ese culto familiar heredado de generación en generación que es estimulado y exacerbado por la industria de consumo masivo y los fabricantes, que más allá de todo concepto sólo tienen interés en aumentar sus ganancias.
¿Sabes de donde provienen todas estas costumbres que hoy repetimos como autómatas y sistemáticamente?, te invito a un paseo por los ritos olvidados del fin de año y las navidades:

Ciclos estacionales

Hemisferio Sur primavera verano otoño invierno
Aproximadamente 21 de septiembre 21 de diciembre 21 de marzo 21 de junio
Hemisferio Norte otoño invierno primavera verano
La Navidad

Diciembre –coincide con la llegada del invierno en el hemisferio norte y del verano en el hemisferio sur- En el hemisferio norte es una fiesta solsticial que traía la esperanza de que se renovara el nebuloso paisaje invernal

Pavo de navidad:

Era ofrecido a Odín Woden = Voden = Ventus = viento - Júpiter escandinavo, significa: año. El pavo asado que se le ofrece es para que el invierno fuese menos cruel y el año venidero con más beneficios para la familia que se lo ofrecía.

Árbol de navidad:

Simboliza el árbol que nunca se seca; es el Yggdrasil –fresno mundial, de la mitología Vikinga-. Significa (Yggdrasil) “El Corcel del Ygg” que a su vez se traduce por “El terrible”, uno de los nombres de Odín, así pues Yggdrasil viene a significar literalmente “El Corcel del Terrible”. Y se adornaba con ofrendas y dulces para que ese viento de invierno sea benigno. Las manzanas que suelen ponerse en forma de bolas doradas que recuerdan las manzanas de Idunn –diosa de la primavera- y que aseguran la vida eterna y la perpetua juventud. Las lucecitas, anteriormente velas, son símbolo del sacrificio a través del fuego que quema todo lo viejo para que lo nuevo se renueve y simbolizan el fuego de fin de año como sacrificio ofrecido al sol para que no abandone a la tierra.

Los árboles eran motivo de adoración y veneración por parte de todos los pueblos antiguos. Muchos momentos del año tenían al árbol como protagonista, como el famoso árbol de mayo que fue suplantado por la cruz; estás festividades colocaban al árbol a veces como objeto central y a veces como objeto secundario. El de navidad, producto del solsticio de invierno, momento en el que el frío y la lluvia sumen en la oscuridad a muchas zonas geográficas, lo convierten en un símbolo de ofrenda para estimular la llegada de la primavera con los beneficios del verano, de está forma muchos de esos pueblos antiguos comienza con este rito para llegar a los dioses, propios de cada cultura y auspiciar un año venidero más propicio. No todos los árboles fueron objeto de culto, en la navidad fue el acebo y en especial el abeto, aunque el roble se constituyo en uno de los árboles con más carga simbólica dentro del contexto indoeuropeo. Duir, el séptimo elemento del alfabeto arbóreo de los celtas en la península ibérica y cuyo nombre se asocia con el término puerta en no pocos idiomas de la vieja Europa y de Asia. Su estampa, forma y características le confieren la capacidad de ser el árbol de los dioses preeminentes de este panteón. Hasta tal punto que podríamos a hablar del Dios Roble, asociado a Zeus, Júpiter, Thor y otro buen número de deidades.

Cuando llegaban los primeros fríos el otoño realizaba su labor despoblando de hojas al verde roble evidenciando su total calvicie llegado el invierno. Por este motivo, es bien conocido que entre los pueblos del denominado mundo antiguo durante el solsticio hiemal se procedía a adornar con numerosos elementos a este Dios Roble, solicitando de esta singular manera a los dioses una benigna estación y una pronta llegada de los rayos primaverales. El espíritu de la mortecina naturaleza era invocado para que retomara su vigor cuanto más pronto mejor. De esta forma observamos como el actual árbol de navidad toma contextos poco conocidos para el hombre moderno por haber ido olvidando los ritos que lo originaron
Pero allí no termina todo, hoy observamos al abeto como el árbol que adorna parques, casas, jardines, y escaparates de las tiendas para las fiestas navideñas; pero no es producto de de la incapacidad humana para recordar o de un simple objeto decorativo, como bien dice Pepe Rodríguez en su obra dedicada a la Navidad, bajo el poder del Papa Bonifacio en el siglo VIII se buscó la manera de cristianizar todos los elementos paganos, como evidentemente era éste, así se optó por el abeto en lugar del roble

El abeto desde tiempo atrás era considerado sacro y denominado árbol del nacimiento, lo que quizá nos suene y podamos relacionar con cierto pesebre –impuesto años más tarde y producto de la imaginación de San Francisco de Asís-. Árbol sagrado entre latinos, griegos, babilonios, egipcios u orientales, el abeto y pino pasaron a ser árboles significativos de este tiempo. Su forma contribuyó notablemente a que el cristianismo los amparara como propios, puesto que el triángulo de su apariencia se asocia perfectamente a la Santísima Trinidad Cristiana.

Pero la tradición que actualmente nos arrastra tiene además otra vertiente, pues aunque la antigüedad es elocuente, lo que hoy quizá adorne nuestro hogar es producto de una reciente influencia de los países del norte, en donde es característica esta especie. Fueron los suecos en tiempos más recientes, siglo XVII, los que exportaron esta tradición a tierras alemanas, quienes a su vez lo popularizaron poco a poco entre austriacos, polacos, ingleses y franceses. En el siglo XIX llegó a lugares como Norteamérica o Rusia, tierras en las que se plantaba este árbol entre las clases más acaudaladas.

Como se puede comprobar las vertientes de este tipo de tradiciones son innumerables, aunque no por ello indescifrables, hasta el punto de encontrarnos con otros elementos vegetativos con especial relevancia en este tiempo, como el acebo o el muérdago. El muérdago era una planta en extremo simbólica para los sacerdotes del mundo céltico. El acebo aleja el mal.
Muchos son los libros que tratan de la importancia simbólica de los árboles, sin embargo, una obra como La diosa Blanca del autor de Yo, Claudio, Robert Graves, no puede ser pasada por alto, especialmente cuatro de sus capítulos: La batalla de los árboles, El alfabeto de los árboles I y II y La canción de Amergin.

Papá Noel:

Uno de los antecedentes es San Nicolás, que poco tiene de americano y sí mucho de mediterráneo, puesto que fue un conocido habitante de las tierras de Licia, una de las partes que configuran la actual Turquía. Su vida se desarrolló a caballo entre los tempranos siglos III y IV d.C. y entre otros apelativos era conocido como el episcopus puerorum "obispo de los niños". Este sobrenombre se lo ganó al tener a la infancia como uno de los objetivos fundamentales de su trabajo en la comunidad de su tiempo, además ya desde temprana edad se caracterizó por su generosidad pues no dudó en repartir el abundante caudal de su rica familia entre los más necesitados. Paso a paso la leyenda de este obispo se acrecentó de tal forma, que entró a formar parte del mito, siendo considerado como el otorgador de regalos por antonomasia hasta nuestros días.

La fama de este obispo le hizo con el tiempo Santo y se disparó su popularidad, que pasó rauda de Oriente a Occidente. Su labor de protección para las gentes fue tan venerada que se convirtió en el patrono de uno de los más apasionantes pueblos de la antigüedad, los vikingos. La capacidad viajera de este pueblo hizo que la fama del personaje se expandiera por innumerables territorios, siendo el ruso uno de los que lo adoptó como propio, convirtiéndole en uno de sus principales santos.

Evidentemente la pregunta es cuándo realizaba su labor, pues concretamente el día 6 de diciembre, fecha que perduró durante mucho tiempo.

Sin embargo, sería en un pueblo como el holandés en el que más arraigo lograra este santo y su leyenda, lo que le facilitó el salto al otro lado del océano Atlántico, su nombre Sinterklaas. Una de las primeras actividades que realizaron los colonos neerlandeses a su llegada a Manhattan, en aquel tiempo llamada Nueva Amsterdam, fue erigir una estatua a este Santo, su Santo. Lógicamente la estampa de este ministro de la iglesia era la de un hombre alto, elegante, distinguido y con hábito obispal, incluso en ocasiones sobre un blanco corcel, creo que bastante alejado de la estampa actual.

Pepe Rodríguez en su libro sobre la Navidad nos da un listado de algunos de los personajes que confluyen en el mismo, Papá Noel: Kolya (Rusia), Niklas (Austria y Suiza alemana), Pelze-Nichol (Baviera), Semiklaus (Tirol), Bonhomme Noel (Alsacia), Svaty Mikulas (Checoslovaquia), Sinter Klaas, Sinterklaas o Sint Nicolaas (Países Bajos), Father Christmas (Gran Bretaña), Santa Claus (Estados Unidos) o Pére Noël (Francia).

Otra tradición se unió a la de San Nicolás para dar forma al mito, hablamos de la cultura nórdica que celebraba con fuerza el solsticio hiemal. Entre los pueblos del frío norte se destacan como sabemos los duendes y especialmente los gnomos, algunos de estos personajes se caracterizan por ser enormemente dadivosos, concediendo regalos durante este tiempo invernal. Entre los escandinavos se destacaba otro personaje que entregaba regalos, Julenissen. Cada uno de estos pueblos confluyó en la tierra prometida de Norteamérica, en donde de la mano de escritores y comerciantes fue tomando forma el nuevo personaje. Así se estaba forjando un personaje con la intención de que no fuera ajeno a nadie y que cada una de las sociedades que conformaban este crisol, italianos, irlandeses, ingleses, germanos, holandeses... se viera reconocida en este personaje..

En 1930 la todopoderosa The Coca-Cola Company vio las enormes posibilidades que surgían y encargó al descendiente de suecos y dibujante Abdón Sundblom un nuevo Santa Claus, y en verdad que se ganó el sueldo. Tomando como modelo a un venerable y anciano vendedor y después a él mismo, creó al hombre fortachón, bonachón y con unos reconocibles colores corporativos que hoy día simbolizan esta celebración.

Y hasta aquí hemos llegado, quien hoy mostramos a nuestros hijos como verdadero paradigma del espíritu navideño no es más que un lejano recuerdo de lo que las gentes de otro tiempo amaron con verdadera pasión, devoción y sinceridad. Sin embargo, espero no haberlos desanimado de sus mitos personales, pues creo que la espiritualidad se encuentra en cada uno de nosotros.

Pan dulce:

Los panes con semillas de trigo, son símbolos de fecundidad y de perpetuación siendo además cargados de frutos del verano para aumentar la potencia y pasar el duro invierno. En sí son un símbolo fálico que representa la potencia de los dioses de la naturaleza a la que los hombres quieren acceder y potenciar en sí mismos.

La “natividad y el pesebre”:

Fiesta católica que recuerda el nacimiento de nuestro señor Jesús Cristo, y con él se trata de dar fin a ese miedo al invierno –muerte- y se promete a través de él la salvación eterna y la perpetuidad. –observar el simbolismo: en el pesebre a cada lado de él se hayan un burro/asno y un buey; el primero símbolo del mal y el segundo símbolo del bien. Lo anuncia una enorme estrella, cuando en esa época la estrella más observada y admirada en los cielos era Astarté/Venus. El pesebre fue inexistente hasta que se le ocurrió recrearlo a San Francisco de Asís y luego fue aceptado por el Vaticano, muchos años después fue adoptado como una forma de representación y se comenzó a utilizar en santuarios, mucho más tarde en las residencias particulares u hogares. En realidad el 25 de diciembre fue el festejo del nacimiento de Mitra (dios solar y del fuego), cuando el Imperio Romano se asocia a los cristianos impone esta fecha como nacimiento para Jesús.

El “muerdago”:

Era recogido por los celtas druidas (sacerdotes) durante el solsticio de invierno y ofrecido como símbolo de la fertilidad, fecundidad y unión familiar. (por eso fue tomado mucho más tarde como un elemento afrodisíaco)
Fin de Año

Recuerda generalmente el fin de los ciclos solares, en casi todas las religiones se le asigna al sol el máximo poder y se lo relaciona con el dios supremo.

Nuestro calendario está regido por el ciclo solar y dividido en cuatro estaciones que van del 01 de enero al 31 de diciembre. Para los chinos el año comienza después de febrero y el pueblo judío lleva otra cuenta ya que no coincide con el mismo calendario y tampoco toman como referencia el a.C. y d.C., es el “Rosh-hashanáh” y cae dentro del mes de septiembre o comienzo de octubre. En las Santas Escrituras comienza con la primavera, el mes de Nisán, o en otoño, el mes del Tisri.

Los fuegos artificiales

Provienen de los chinos –sus creadores-, y se utilizan para alejar a los malos espíritus, procurando el arribo de un año benigno y prometedor. Además debemos recordar que el fuego en muchas culturas antiguas y mitologías proviene directamente del sol y que fue utilizado por los celtas y otras culturas como elemento de sacrificio propiciatorio para alejar a todos los males.

Las 12 uvas

De las 12 de de la noche del 31 de diciembre, que se comen con las 12 campanadas. 12 fueron los discípulos de Jesús y los que se sentaron a la mesa en la última cena. La uva tiene un doble significado, de sacrificio y de fecundidad –vino rojo = sangre, significa el sacrificio; para otros simboliza la juventud y la vida eterna, así como la embriaguez sagrada (cantada por poetas griegos y persas) que permite al hombre participar fugazmente del modo de ser atribuido a los dioses-

Los alimentos:

son un festejo para procurar un año venidero prometedor y recibir al nuevo dios sol, dios supremo, que muere y nace de nuevo sin perder su esencia, además era tenido en cuenta que lo mismo que se ofrece es lo que se recibe, cuando mayor es la cantidad de alimentos y más dulces sean estos, mayor cantidad de alimentos se recibirán en el año venidero y más dulce se tornará éste. La forma en que se recibe el año nuevo y se despide al viejo es la forma en que se espera pasarlo.

Quema del muñeco:

Los celtas, según cuentan los romanos, solían fabricar un enorme muñeco con forma de hombre dentro del cual encerraban a sus enemigos (capturados en batalla) y les prendían fuego durante el solsticio de invierno, de esa forma rendían sacrificio al sol y pretendían alejar los males (representados por sus enemigos), esperando como reintegro un año venidero prospero y fructífero. El actual muñeco que se quema para fin de año es un resabio de antiguos sacrificios a través del fuego.

Un dato interesante: en los festejos de fin de año en China, solemos ver enormes “Dragones” o “Serpientes” –ambos idénticos simbólicamente-. Podemos recordar que Afrodita (Grecia) regresa a la tierra tomando la apariencia de Circe, montada en un carro tirado por serpientes aladas. Quetzalcóatl (México-azteca) es una serpiente emplumada que utiliza un carro tirado por serpientes para llegar a la tierra, y al morir se transforma en el lucero del alba –Venus-. Según Janes Bonwick “la serpiente es la señal o el símbolo de una antigua raza célebre por su sabiduría”; se le atribuye la introducción de todas las artes de la civilización y se cree que es la fuente de grandes conocimientos. “San jorge matando al dragón/serpiente” es un símbolo primitivo de matanza ritual –Jung-, recordar que el propio Cristo aparece simbólicamente como una serpiente exaltada en la cruz (la cruz simboliza el árbol de mundo); la serpiente fue asociada primitivamente con el “caos” y con la “luz”, es un símbolo ambivalente de destrucción y vida, y se encontraba asimilada a la Diosa Madre, representante del amor, la fecundidad, la fertilidad y en algunos casos la lujuria y la guerra.

“El hombre moderno no comprende hasta que punto de su “racionalismo” (que destruyó su capacidad para responder a las ideas y símbolos numéricos) le ha puesto a merced del “inframundo” psíquico. Se ha librado de la “superstición” (o así lo cree), pero, mientras tanto, perdió sus valores espirituales y morales, y ahora está pagando el precio de esa rotura en desorientación extendidas por todo el mundo.

Los antropólogos han descrito muchas veces lo que ocurre a una sociedad primitiva cuando sus valores espirituales están expuestos al choque de la civilización moderna. Su gente pierde el sentido de la vida, su organización social se desintegra y la propia gente decae moralmente. Nosotros estamos ahora en la misma situación. Pero nunca comprendemos realmente lo que perdimos porque, por desgracia, nuestros dirigentes espirituales estaban más interesados en proteger sus instituciones que en entender el misterio que presentan los símbolos. En mi opinión, la fe no excluye el pensamiento (que es el arma más poderosa del hombre), pero, desgraciadamente, muchos creyentes parecen temer tanto a la ciencia (y, de paso, a la psicología) que miran con ojos ciegos las fuerzas psíquicas númicas que por siempre dominan el destino del hombre. Hemos desposeído a todas la cosas de su misterio y numinosidad: ya nada es sagrado” – C. G. Jung-

Después de este paseo espero que puedas apreciar desde otro ángulo nuestra condición humana y nuestros ritos, que aunque a veces olvidados seguimos practicando, pero eso sí, ahora que lo sabes no es necesario que sigas comiendo todos esos alimentos que son más apreciados por nuestro organismo durante el invierno.


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